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La visión del Islam de la vida, es única; puesto que crea a un hombre equilibrado, el cual comprende que la vida, aunque sea larga, es corta, y que la Última Vida es mejor y más duradera
La visión del Islam de la vida, es única; puesto que crea a un hombre equilibrado, el cual comprende que la vida, aunque sea larga, es corta, y que la Última Vida es mejor y más duradera. Por eso, Al∙lâh, el Altísimo, dice sobre la vida mundana: “La vida de este mundo no es sino el disfrute engañoso de lo que se acaba.”[1]. También, el Noble Qor’ân ha puesto el criterio verdadero ante el hombre que aspira a la vida mundana, diciendo: “la verdadera vida es la morada de la Última Vida, si supieran.”[2].
Así pues, la vida mundanal, según el Islam, no es sino la finca de la Última Vida, también es un mero camino por el cual el hombre pasa hacia su verdadera meta. Y como dijo el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam): “Sé en esta vida como un extranjero o un pasajero”[3].
Además, el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) enseña a su Umma la verdad de la relación entre esta vida y la Última, y que ésta es más noble y mejor ante Al-lâh, pues dijo: “¡Por Al∙lâh!, la vida mundanal respecto a la Última es como si uno de vosotros pusiera su dedo –y Yahyâ[4] señaló el dedo índice- en el mar, que mire entonces con qué regresa”[5].
Y en cuanto a la grandeza del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), ya que su vida era un modelo práctico de esta visión divina de la vida mundana, pues Omar Ibn Al Jattâb (que Al-lâh Esté complacido con él) describió la casa y el estado del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) diciendo: ‘Entré donde él estaba, y lo encontré acostado sobre una estera, no había ninguna cama entre ellos, por lo que marcó su costado. También estaba apoyado sobre un cojín de piel rellenado de fibras. Luego, alcé mi mirada hacia su casa, y juro que no vi nada excepto tres trozos de piel, así que dije: Suplica a Al-lâh que amplíe la situación (conceda más) a tu Umma, pues los persas y los romanos disfrutan de vida lujosa, y también gozan de la vida mundana, mientras que no adoran a Al-lâh ’. En ese momento, él estaba acostado, y dijo: “¿Qué te pasa, Ibn Al Jattâb? Aquellos son gente a quien se le ha dado las cosas buenas de antemano en la vida mundana”’[6].
Además, sus Compañeros (que Al-lâh Esté complacido con ellos) sintieron compasión por él cuando vieron que la estera había marcado su cuerpo; pues, ‘Abdul∙lâ Ibn Mas‘ûd (que Al-lâh Esté complacido con él) narró: ‘El Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) se acostó sobre una estera, la cual marcó su piel, así que dije: Por ti, sacrificaría a mi padre y a mi madre, oh Mensajero de Al∙lâh, si nos hubieras permitido, habríamos puesto algo sobre ella para protegerte. Entonces el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “El ejemplo de la vida mundana y yo, es como el de un pasajero que se acuesta bajo la sombra de un árbol, luego se va y lo deja”’[7].
Por otra parte, hemos visto al Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) –el líder general de los musulmanes en la Península Arábiga, y a pesar de las conquistas que Al∙lâh le concedió- aferrándose a la vida ascética, lejos del liderazgo fingido, modesto en su modo de comer y beber, y tal vez muchas veces ni siquiera encontraba algo para comer. An∙Nu‘mân Ibn Bashîr (que Al-lâh Esté complacido con él) dio un discurso en el que dijo: ‘Omar mencionó lo que tocó a la gente de la vida mundana, pues dijo: He visto al Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) quedarse todo el día sufriendo de hambre, sin encontrar ni dátiles con los que llenar su estómago’[8].
Y muchas veces, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) se quedaba hambriento. Y de entre estas situaciones, lo que citó Abû Hurayra (que Al-lâh Esté complacido con él) diciendo: ‘Un día o una noche, el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) salió, y se encontró con Abû Bakr y Omar (que Al-lâh Esté complacido con ellos), así que les preguntó: “¿Qué os hizo salir de vuestras casas ahora?” Contestaron: El hambre, oh Mensajero de Al∙lâh. Él dijo: “Yo también, por Al∙lâh, he salido por el mismo motivo. ¡Levantaos!”. Acto seguido, ellos se levantaron con él, y se dirigieron a un hombre de los Ansâr (Los medinenses auxiliadores del Profeta – sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam-), pero no estaba en su casa. Sin embargo, cuando su esposa le vio, dijo: Bienvenidos. El Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) le preguntó: “¿Dónde está fulano?” Respondió: Se fue para traernos agua dulce. Luego, el hombre llegó y miró tanto al Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) como a sus Compañeros, después dijo: Alabado sea Al-lâh, nadie hoy tiene huéspedes mejores que yo. Así que se fueron y les trajo una rama de palmera con dátiles, y les dijo: Comed de esta. Más tarde, tomó el cuchillo, y el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) le dijo: “Degüella una oveja”. De hecho, la degolló, de modo que comieron de ella y de dicha rama, y también bebieron. Y cuando satisficieron su hambre y sed, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) de Al-lâh dijo a Abû Bakr y Omar (que Al-lâh Esté complacido con ellos): “Por aquel en cuyas manos está mi alma (Al-lâh), seréis preguntados sobre este placer el Día del Levantamiento. Habéis salido de vuestras casas hambrientos, y no habéis vuelto hasta que estas gracias os han tocado”[9].
En realidad, el ascetismo del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), era uno de los signos de su profecía, y una prueba sobre la autenticidad de su misión; pues, es posible que la vida afecte a uno de nosotros y lo cambie, de modo que se vuelva entonces un objeto de crítica para todos. Sin embargo, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) se abstenía de los placeres mundanos, y siguió así hasta su muerte. Esto lo confirma la madre de los creyentes, ‘Âîsha (que Al-lâh Esté complacido con ella) diciendo: ‘El Mensajero de Al∙lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) no se satisfizo por tres días consecutivos de pan de trigo hasta el día de su muerte¨[10].
Y cuando se le presentó la vida mundana con lo que cada alma desea, él se abstuvo totalmente (de sus placeres). Pues, el día de Hunayn, hizo caso omiso a toda la vida y la ofreció sin vacilación alguna a sus Compañeros y a quien se esperaba que abrazara el Islam. Ya que para él no se asemeja ni al ala de un mosquito, a tal punto que ni siquiera conservó lo que compensaría la pobreza de los años y el fin de la edad madura, que sobrepasó los sesenta años. Luego, dijo a los beduinos después de que algunos de ellos cogieron su prenda: “Devolvedme mi prenda. ¿Teméis que no divida entre vosotros lo que Al-lâh os dispuso (de botín)? Por aquel en cuyas manos está mi alma, si pusierais ante mí el número de árboles de Tihâma como gracias, las distribuiría entre vosotros, y ciertamente no me encontrareis avaro…”[11].
Y a pesar de la abstención del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) de los placeres de la vida mundana, su visión de ella (la abstención, ascetismo) era maravillosa; ya que enseñó a la Umma a abstenerse sin dejar de construir en la tierra. Pues, el hecho de no aferrarse a la vida, no es un motivo para destruirla, sino que el musulmán tiene que construirla sin adherirse a sus placeres. Por eso, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “Si llega la Hora, y uno de vosotros tiene una planta en su mano, entonces si puede levantarse hasta sembrarla, que lo haga”[12].
Esta es la visión islámica de la vida mundana; una visión de equilibrio que no descuida esta vida a cuesta de la Otra, ni la Otra a cuesta de esta vida. Y esta es la grandeza del Islam y de su Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), la cual afirma –sin duda alguna- la autenticidad de su profecía y su Da‘wa (Llamamiento y convocatoria al camino recto de Al-lâh) divina.
[1] [Sura Âle-‘Imrân (La Familia de ‘Imrân) 3: Aleya 185].
[2] [Sura Al-‘Ankabût (La Araña) 29: Aleya 64].
[3] [Al Bujârî (6416)] [At∙Tirmidî (2333)] [Ibn Mâÿa (4114)] [Ahmad (6156)].
[4] Es Yahyâ Ibn Sa‘îd Ibn Farûj Al Qittân, de la clase menor de los Tabi‘ûn (Pl. de Tabi‘î, seguidor). Falleció en 198 de la Hégira.
[5] [Muslim (2858)] [Ahmad (18037)] [Ibn Hibbân (6265)].
[6] [Al Bujârî (4913)] [Muslim (1479)].
[7] [Ibn Mâÿa (4109)] [At∙Tirmidî (2377): Hasan Sahîh].
[8] [Muslim (2978)] [At∙Tirmidî (2372)] [Ibn Mâÿa (4146)].
[9] [Muslim (2938)] [Abû Ya‘lâ (6181)].
[10] [Al Bujârî (6454)] [Muslim (2970)].
[11] [Al Bujârî (3148)] [Ibn Hibbân (4820)] [Al Muwatta’ (977)].
[12] [Ahmad (13004)] [Shu‘ayb Al Arnâ’ût: Sahîh].
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